lunes, 5 de octubre de 2015

La oscuridad, o ella.

Llegar a un punto sin retorno, dónde la oscuridad no sólo ha tomado parte de ella, sino que está en ella.

Y ya no quiere luchar por echarla. 

Se ha acostumbrado a sus amargos despertares, a sus crueles palabras, a su frialdad, y ha aprendido a quererla.

Como se quiere a un amante con el que compartes noches de pasión. 

Pero no nos engañemos, la relación no es platónica, no, ni mucho menos, la oscuridad fue la que la atrapó, la que la persiguió hasta que consiguió su cariño.

Como si éste la alimentase.

Y es que era así, cuanto más se adentraba en ella, más fuerza tenía, hasta que ella no pudo combatirlo más, y la integró en su ser.

Siendo parte de ella,
siendo ella misma.