Soy como una pieza, sí. Una pieza que jamás encajará en un
puzzle. Esa pieza que parece encajar pero que no encaja ni en este, ni en
ningún puzzle. Y también soy un poco así en la vida. Esté en el lugar que esté
no encajo. No encajo ni en los amigos que tengo, ellos no pueden entender mi
dolor. No encajo en mi ciudad. No encajo en ningún sitio. Parece que en el
único lugar que encajo algo es debajo de mis sábanas con la música a todo
volumen y a ratos hablando con mi corazón a rotos. Y creo que esta vez, os
hablaré de mi corazón. Un corazón lleno de cicatrices. No sé como sigue en pie
el cabrón. No sé como puede seguir latiendo teniendo que soportar tanto dolor.
Es como si estuviera posicionado en la parte izquierda de mi pecho sabiendo que
las flechas son un imán para ese lado. Siempre van directas al corazón. Odio
sentir como hacen pedazos mi corazón sin siquiera poner un dedo encima. Odio
ese cosquilleo en la nariz, ese nudo en la garganta, esas lágrimas que quieren
salir a flote y ese jodido apretón de dientes que te dice que no puedes llorar,
aquí no, ahora no. Pero es que entonces, te das la vuelta y las lágrimas salen
solas al compás de los trozos en los que se está convirtiendo tu corazón. Y eso
me hace pensar que no tengo corazón, que después de todos esos daños, mi
corazón ha sido sustituido por una piedra. No quiero sentir más. No quiero
sentir nada. Y mira que hará unos meses que no sentía nada, ni pena, ni dolor,
ni alegría. Nada. Vacío. Un desorden vacío. Como si me pegase golpes y se oyera
hueco. Pero es que entonces, siempre, siempre llega alguien que vuelve a hacer
que el corazón se quite la máscara de piedra. Y vuelva a sentir. A latir. Y
cuando parece que las cosas van bien, vuelven a arañar el corazón, a rasgarlo,
a manipularlo, a destruirlo. Me empieza a hartar. Me empieza hartar esto de
estar jodida como rutina, pero parece que nada va a cambiar. Corazón, parece
que volvemos a estar solos otra vez. Parece que nadie nos quiere. Parece que
nos toca vivir con este vacío y esta soledad. Parece que hoy escribo para ti,
para pedirte perdón por los daños, aunque claro, nunca dejas de ilusionarte. Y
entre que tú me dices una cosa y la cabeza me dice otra, acabo haciendo lo que
siento y luego me la pego. ¿Y luego quién te arregla, joder? Que nadie va a
venir a salvarnos esta vez, que otra vez está aquí el insomnio. Tranquilo
corazón, quizá encajemos en un lugar, quizá al cerrar los ojos sentimos que
encajamos allí y nos queremos quedar. Y allí, volveré a construirte aunque
creo, que estaré destruyendo otra parte.

No hay comentarios:
Publicar un comentario