Él se enamoró de sus flores y no de sus raíces, y en otoño no supo qué hacer
miércoles, 30 de octubre de 2013
Lo que escuece enamorarse.
Todo el mundo dice lo jodido que es amar, lo que escuece enamorarse, y no digamos ya si ese amor no es correspondido. De lo que nadie habla es de lo que duele fingir que no amas, que no estás perdidamente enamorado, que no te da un vuelco el corazón cada vez que oyes su risa, que no sientes un escalofrío cuando le rozas, que no eres tremendamente feliz con el mero hecho de que él es feliz. Nadie habla de lo que quema no poder decirle al mundo que le amas, que le amas, con todos sus defectos, sus imperfecciones, sí, esas que le hacen tan perfecto para ti. Nunca cuentan lo bonito que es no poder dejar de sonreír por su culpa, sentirte como una idiota con esa risa tan estúpida y nerviosa que te sale sin quererlo cuando dice una gilipollez. Y es que cuando nos gusta alguien, reímos más, todo nos parece más perfecto, menos malo. Amar, tiene muchos pros y muchos contras. Pero lo bonito que es qué. Y lo que duele qué. Que si es bonito enamorarse lo es el doble si es correspondido. Que si es horrible amar, lo es el doble fingir que no lo haces.
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