Es curioso que gotas de agua que brotan de nuestros ojos expresen lo que sentimos y nos alivien por unos segundos.
La pequeña chica se quita la lágrima y se acurruca en su cama intentando dormir.
Tan pequeña y a la vez tan grande, con un corazón tan fuerte y a la vez tan débil, ella quiere huir.
Huir de todo, de todos, empezar de cero o perderse en el bosque donde, al menos, esa soledad le provocará el sentimiento de paz. Pero, ¿con alguien tendrá que ir no? ¿Cuánto durará esa paz en la soledad? ¿Un día o dos? o...¿Tal vez una semana? No, tiene que ir con alguien al que quiera y que le quiera de vuelta.
¿Por qué será todo tan difícil? Nada le complace, siempre hay alguna pega, algún error en sus planes.
¿Cuánto tiempo más hay que esperar para encontrar a la persona adecuada? Será muy difícil, lo único que encuentra ella son falsos. Su mente está llena de preguntas sin resolver y empieza a abrumarse viendo que se queda sin opciones buenas. Le entran ganas de acabar con su vida pero aparta rápidamente el pensamiento de la cabeza porque sabe que tiene algo por lo que vivir, algo por lo que seguir ahí siendo la chica que nadie nota, que nadie quiere, que nadie entiende pero con una sonrisa en la cara.
No sabe cómo pero le sigue quedando una gota de esperanza, algo por lo que vive día a día contra viento y marea...
Cierra los ojos, llena de dudas, pero con la esperanza de que mañana, por fin, sea un buen día.

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