Él se enamoró de sus flores y no de sus raíces, y en otoño no supo qué hacer
domingo, 13 de abril de 2014
sabría que no seríamos eternos, pero quería intentarlo.
Parece que hace mil grados bajo cero desde que te fuiste, que ahora
la única manía, (más bien tortura), es la de echarte de menos. Que no
quiero volver a oler tu dulce aroma en mis sábanas, ni volver a ver el
color de tus ojos por cualquier parte de los parques a los que
solíamos ir, no quiero volver a escuchar tu voz en mi cabeza, ni si
quiera quiero quererte, ni odiarte, quiero dejar de sentir, o quizá morir.
Quizá esté viva, pero simplemente es porque mi corazón me odia y
sigue latiendo, aunque, en realidad, esto ni es vida ni es nada, quizá
sea el infierno del infierno, o el dolor de la tortura. Quererte, sinónimo
de tomar sal cuando te estás muriendo de sed, sinónimo de correr mil
kilómetros cuando estás tan cansada que tus piernas hasta tiemblan.
Quererte, que masoca suena, y que doloroso es.
Me pregunté mil veces y más como evitarlo, y la única respuesta que
obtuve fue un silencio escalofriante, que hasta daba miedo.
viernes, 11 de abril de 2014
El compás de tus pasos.
A no ser que alguien te salve. A no ser que alguien te diga lo que necesitas oír. A no ser que alguien te abrace, te guíe, y te proteja.
A no ser que alguien se convierta en un poeta bohemio que acaricie tus hombros mientras te dice algunas frases que te hagan temblar.
Serás una pieza que encaje a la perfección en un juego de miles de engranajes. Serás también un eclipse de Sol. Un eclipse de su sol cuando te vea, y la caída de mil y un meteoritos alrededor de la Tierra.
jueves, 10 de abril de 2014
vuelve para hacerme olvidar que te fuiste.
Y al final, las noches se convirtieron en una rutina muy dolorosa
desde que no me dices que me quieres; en un sin fin de cafés
amargos con miles de folios donde escribirte. Quizá mi vida esté
destinada a ello, ha echarte de menos cuando no estás, e incluso a
veces cuando estás a centímetros. Quizá mi destino se trate de
tener un sin fin de quererte y sufrir noche tras noche y día tras día.
Te echo de menos, quizá hasta eso se quede corto, pero todo ha
cambiado, hasta yo he cambiado. Día a día me he ido dado cuenta
de que ya no soy la que era, me he convertido en una borde y
fría ingenua, y sí, ingenua por pensar que me podrás querer a mi
por lo menos la mitad de lo que yo te quiero. Pero algún día tendré
que aprender a no mirarte cuando pases por la otra acera de la calle,
o a no pensarte cada segundo que pasa de mi vida, que no es vida.
desde que no me dices que me quieres; en un sin fin de cafés
amargos con miles de folios donde escribirte. Quizá mi vida esté
destinada a ello, ha echarte de menos cuando no estás, e incluso a
veces cuando estás a centímetros. Quizá mi destino se trate de
tener un sin fin de quererte y sufrir noche tras noche y día tras día.
Te echo de menos, quizá hasta eso se quede corto, pero todo ha
cambiado, hasta yo he cambiado. Día a día me he ido dado cuenta
de que ya no soy la que era, me he convertido en una borde y
fría ingenua, y sí, ingenua por pensar que me podrás querer a mi
por lo menos la mitad de lo que yo te quiero. Pero algún día tendré
que aprender a no mirarte cuando pases por la otra acera de la calle,
o a no pensarte cada segundo que pasa de mi vida, que no es vida.
miércoles, 9 de abril de 2014
ahí me quedé, estancada en tu mirada.
Y otra vez más volví a volar al recuerdo de aquellas veces
en las que acariciabas mi espalda mientras yo te decía
al oído cuantas cosas quería vivir a tu lado,
me trasladé al recuerdo de cuando me cogías de la mano
y paseábamos por los parques de la zona, cuando nos
sentábamos en los columpios, o cuando me balanceabas,
y ahí me quedé, estancada en el recuerdo de tu piel,
intentando que nunca se esfume tu olor de las sábanas,
gravando tu voz en mi cabeza, ¿porque quién no iba a
querer recordar el sonido más bonito que existe?
y ahora dime por donde tendría que pasear para no
recordarte, que nos besamos en cada farola de los parques,
nos sentamos en todos los bancos posibles y te dije que
te quería en cada centímetro cuadrado que hay de ciudad,
dime a donde tendría que ir para olvidarte, para que salgas
un par de segundos de mi cabeza, para dejar de quererte.
en las que acariciabas mi espalda mientras yo te decía
al oído cuantas cosas quería vivir a tu lado,
me trasladé al recuerdo de cuando me cogías de la mano
y paseábamos por los parques de la zona, cuando nos
sentábamos en los columpios, o cuando me balanceabas,
y ahí me quedé, estancada en el recuerdo de tu piel,
intentando que nunca se esfume tu olor de las sábanas,
gravando tu voz en mi cabeza, ¿porque quién no iba a
querer recordar el sonido más bonito que existe?
y ahora dime por donde tendría que pasear para no
recordarte, que nos besamos en cada farola de los parques,
nos sentamos en todos los bancos posibles y te dije que
te quería en cada centímetro cuadrado que hay de ciudad,
dime a donde tendría que ir para olvidarte, para que salgas
un par de segundos de mi cabeza, para dejar de quererte.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)


