jueves, 10 de abril de 2014

vuelve para hacerme olvidar que te fuiste.

Y al final, las noches se convirtieron en una rutina muy dolorosa
desde que no me dices que me quieres; en un sin fin de cafés
amargos con miles de folios donde escribirte. Quizá mi vida esté
destinada a ello, ha echarte de menos cuando no estás, e incluso a
veces cuando estás a centímetros. Quizá mi destino se trate de
tener un sin fin de quererte y sufrir noche tras noche y día tras día.

Te echo de menos, quizá hasta eso se quede corto, pero todo ha
cambiado, hasta yo he cambiado. Día a día me he ido dado cuenta
de que ya no soy la que era, me he convertido en una borde y
fría ingenua, y sí, ingenua por pensar que me podrás querer a mi
por lo menos la mitad de lo que yo te quiero. Pero algún día tendré
que aprender a no mirarte cuando pases por la otra acera de la calle,
o a no pensarte cada segundo que pasa de mi vida, que no es vida.

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