viernes, 11 de abril de 2014

El compás de tus pasos.

A no ser que alguien te salve. A no ser que alguien te diga lo que necesitas oír. A no ser que alguien te abrace, te guíe, y te proteja. 
A no ser que alguien se convierta en un poeta bohemio que acaricie tus hombros mientras te dice algunas frases que te hagan temblar.
Serás una pieza que encaje a la perfección en un juego de miles de engranajes. Serás también un eclipse de Sol. Un eclipse de su sol cuando te vea, y la caída de mil y un meteoritos alrededor de la Tierra.
Observarás sus pasos, como si no hubiese otra cosa en el mundo que pueda descolocarte tanto. Y a la vez, el movimiento de sus manos al compás de sus pies te colocará como una puta droga.

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